10 problemas que se solucionan con pintura

La pintura promete y cumple. Es uno de los métodos más fáciles, rápidos, baratos y efectivos para solucionar de un brochazo (nunca mejor dicho) los «problemillas» decorativos que pueda presentar tu casa. Si no te quieres embarcar en engorrosas y costosas obras para darle más luz, amplitud y calidez, toma nota de estos diez consejos. Hemos analizado los típicos percances que puede presentar una casa y que pueden arreglarse solo con la pintura. Los resultados te sorprenderán.

1. ¿Puertas viejas? Píntalas y… ¡cómo nuevas!
Ahora mismo te viene fatal el desembolso que supone cambiar las puertas de toda tu casa. Pero, por otro lado, las miras y no te convence para nada su estado. Envejecen el aspecto de tu vivienda y eso es un problema. ¡Buenas noticias! La pintura puede dejarlas como nuevas, con la mínima inversión si lo comparas con lo que supondría reemplazarlas. Si son muy antiguas, el trabajo será un pelín más arduo, ya que deberás realizar un trabajo previo de lijado y restaurado profundo, hasta dejarlas bien lisas antes de pasarle un par de manos de pintura.

Después, debemos tener claro qué queremos conseguir: si mantener el mismo estilo decorativo que tenían, aunque remozado, o darles un aire totalmente nuevo. También es importante preguntarse si queremos que las puertas formen parte del ambiente de forma disimulada o si las vamos a destacar a modo de acentos en el mismo. En caso de que queramos que pasen desapercibidas, las integraremos en el entorno aplicándoles el mismo acabado de la pared donde se encuentren. Una puerta blanca es fácil de integrar y aporta luminosidad al ambiente, mientras que si deseamos un nivel mayor de personalización, siempre se puede recurrir a tonos pastel o básicos. Renueva tus puertas con pintura y ¡moderniza tu casa!

2. Sube (o baja) tus techos
Es otro de los trucos (mágicos) que podrás conseguir solo con la pintura. Si tus techos son muy altos y te da la sensación de espacio poco acogedor, bájalos pintando de un tono un punto más oscuro la superficie vista de la cubierta. Automáticamente, el techo bajará y el espacio se verá más recogido.

Si por el contrario, quieres subir visualmente los techos y hacer que los ambientes «respiren», píntalos de blanco. También puedes marcar un línea en la pared que ocupe tres cuartos de su altura total. Pinta la franja inferior de un tono gris o beige y la superior de blanco. El techo se elevará en un abracadabra.

3. Hacer más grande (visualmente) una estancia
Está claro, los metros de tu casa son los que son y la pintura no hace milagros (aunque casi). Pero siempre puedes «engañar» un poquito a la vista pintando las estancias de tu casa en tonos claros, los reyes de la amplitud. Blancos con un punto de gris o beige, marfiles, cremas… toda esta gama te reportará grandes alegrías si lo que buscas es que una habitación se vea más amplia, desdibujando sus límites.

4. Destaca detalles de la casa o ¡disimúlalos!
Si vives en un piso clásico, con bellas molduras en los techos, grandes zócalos o arrimaderos, ¿por qué no resaltar sus cualidades? Pinta dichas piezas en otro color distinto a las del resto de superficies y tomarán una nueva dimensión.

Aunque la pintura también puede ayudarte a lo contrario: disimular esas incómodas imperfecciones, como las instalaciones que han quedado vistas. ¿Los pequeños tubos de la calefacción no están empotrados? Píntalos del mismo tono que la pared que los acoge y lograrás un efecto camuflaje. Por otro lado, si tienes una gran y pesada librería en tu salón o comedor, píntala del mismo tono del muro para que se integre y resulte más ligera. Entra en la galería de imágenes y podrás ver varios ejemplos de dichas soluciones.

5. Más luz, por favor
Si tu casa no es especialmente luminosa, la pintura te puede ayudar. Jamás optes por tonos oscuros, al contrario. Blancos con un punto mínimo, casi imperceptible, de amarillo potenciarán los rayos de sol que entren e irradiarán mejor su luz. Bien empleados, los colores ayudan a equilibrar las dimensiones de los ambientes, creando efectos de amplitud, acortamiento o ensanchamiento de los espacios. Por ejemplo, para crear sensación de amplitud, se puede unificar con un mismo color, puertas, rodapiés, frentes de armarios, baldas, molduras…

Por otro lado, si tienes vistas, es interesante reinterpretar en el interior la paleta de colores del exterior. Se suele hacer con los azules de la costa, con los tierras de los entornos montañosos y con los colores neutros, algunas veces elegantes y otros industriales, de un paisaje urbano.

6. Si tu casa está desfasada, cámbiale el look
Y encima de forma exprés. No se trata de dejarse llevar por las tendencias, ya que tampoco estarás pintado cada año, pero sí echarles un ojo para quedarte con lo que mejor ofrezcan a tu casa. La técnica del halfpainted, las formas geométricas, el verde mint… pueden ser alternativas geniales para cuartos infantiles, por ejemplo.

¿Te gusta combinar colores? Si es así, ten en cuenta que en un ambiente no conviene incorporar más de tres colores. Además, el 60% de uno de ellos tiene que ir en la pared. El resto se puede repartir entre rodapiés, molduras y carpinterías.

7. Separa espacios en un mismo ambiente
Vamos, el juntos pero no revueltos de toda la vida. Los espacios diáfanos poseen ambientes que comparten escena, aunque su funcionalidad sea distinta. Para delimitarlos, sin cerrarlos, la pintura puede ser tu gran aliada. Si quieres distinguir salón de comedor, bastará con pintar la pared principal de uno u otro (en un caso la que contenga el sofá y en el otro la más grande ante la mesa del comedor).
La pintura es una gran «delimitadora» de ambientes, sin dejar de ser sutil. Es capaz de enmarcar escenas sin necesidad de tabiques ni muebles.

8. ¿Tu casa resulta fría?
Súbele la temperatura con el color. Está claro que pintar de blanco es ir a tiro seguro, pero en algunos caso esto no funciona, ya que da lugar a espacios fríos y sin personalidad. Pinta las estancias más grandes con tonos cálidos como tierras, grises o pastel y las facciones de tu casa se dulcificarán. Y si no te lo crees, mira los ambientes de nuestra galería de fotos, te sentirás taaan arropado.

9. Renueva los muebles (¡hasta los de la cocina!)
Y sin necesidad de cambiarlos. El poder de la pintura es así. Si quieres hacerlo tú mismo, requerirá un poco de maña, ya que el trabajo previo de restauración y pulido de superficies se debe hacer sí o sí, pero luego el resultado te aseguramos que vale la pena. Si tienes una cómoda vieja y anodina, píntala de azul, por ejemplo, y será otra. Si no tienes presupuesto para cambiar los muebles de la cocina, ya cansinos, pues píntalos y ¡cocina nueva! El primer paso será desmontar puertas y cajones, limpiarlos bien con una solución de fosfato trisódico y rellenar los agujeros y marcas con masilla de madera. Utiliza papel de lija de grano medio para pulir las superficies y ya estará todo listo para la imprimación. Aplica la pintura con brocha, rodillo o spray, al menos dos capas, y asegúrate de que la pintura se ha secado y endurecido totalmente antes de instalar los frentes.

10. Actualizar azulejos ‘viejunos’
¡Sí! Los azulejos se pueden pintar y así darles un aire renovado. Cambia el aspecto de tu baño desfasado o actualiza las baldosas setenteras de tu cocina, con pintura. Antes que nada, deberás limpiar muy bien la superficie, incluso de las juntas (con un cepillo de dientes), luego cubre los muebles, instalaciones, enchufes… y ¡manos a la obra! Usa un rodillo de pelo corto y brochas compactas para que las cerdas no se adhieran al azulejo con la pintura. Utiliza pintura especial para su imprimación en azulejos (esmaltes sintéticos de aspecto cerámico) y aplica una primera mano. Pasadas 24 horas aplica la segunda capa y deja secar. Si lo prefieres, se pueden pintar las juntas de otro color de forma que destaquen más. Por ejemplo, en azulejos azules o verdes se pueden dejar las juntas blancas, porque ofrece un bonito efecto de contraste. Para ello están pensados los rotuladores de juntas, muy fáciles de utilizar

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